
domenica 31 ottobre 2010
San Francisco Javier

Presbítero
(1506-1552)
Memoria obligatoria
Una infancia turbada por inquietudes guerreras entre los austeros muros del castillo navarro de Javier, «aquel palacio que—como dirá su pariente Martín de Azpilcueta—estaba ya en pie antes de Carlomagno». Aunque hombre de letras, su padre Juan de Jassu, partidario de Labrit, toma parte en la guerra que ensangrienta su país en los primeros años del siglo XVI. Pero la causa de Labrit está perdida: el duque de Alba entra en Navarra; los franceses son vencidos en Noaín; en Pamplona se aclama rey a Fernando el Católico, y las piedras gloriosas del castillo de Javier caen demolidas, para que la conspiración no pueda esconderse detrás de ellas. Los Jassu se someten al destino, y destruidos sus sueños bélicos, al mismo tiempo que sus viejas almenas, se entregan al cultivo de sus tierras señoriales.
Entre estos sobresaltos crece el sexto de los hermanos Francisco de Jassu y Azpilcueta. «Era—dice otra vez el doctor navarro—un adolescente dulce, amable, gracioso, alegre y hasta juguetón, de una singular penetración de espíritu, curioso de saber, ávido de sobresalir en todo lo que hace al perfecto gentil hombre, lo cual le ganaba el cariño de los suyos y cautivaba a cuantos le veían: peligro terrible, cuyas consecuencias pudo evitar gracias a su natural reserva y a un pudor virginal.» El ansia de saber fija su vocación. Más que las armas, causa de sus desastres familiares, ama los libros. Quiere ser letrado, como su padre, y a los diecinueve años deja la vieja morada feudal, que no volverá a ver y soñando laureles literarios, se presenta en la Universidad de París, y en el colegio de Santa Bárbara trueca las calzas y el jubón de gentilhombre por la larga veste y el ceñidor de cuero de los escolares.
Después, la vida dura del colegio: levantarse a las cuatro de la mañana, misa diaria, férula, estudio y lecciones sobre hatos de paja, los dos recreos de cada semana, y, de cuando en cuando, banquetes de maestros, flautas, guitarras, rondas, minervales y saturnales, en que los ímpetus contenidos curren sin freno, y cuando se puede burlar el ojo de Polifemo, el vigilante, salidas nocturnas, juergas y aventuras. Francisco—lo confesará él más tarde—acompaña a sus amigos algunas veces, pero el horror de vergonzosas enfermedades le protege. Un instinto superior le libra también del contagio de las novedades doctrinales. Las disputas de Alemania acaloran también a los profesores de la Sorbona; y más de una vez el joven navarro se cruzó en los corredores del colegio con la figura adusta de Calvino. Todo su afán es saber, brillar, dominar. Es fastuoso y espléndido, pero con frecuencia su bolsa está vacía, y más de una vez viene a sacarle de apuros un estudiante de su tierra, entrado en años, de aspecto miserable, a quien los colegiales llaman «el peregrino». Es San Ignacio.
Javier acepta el dinero de Loyola, pero no su dirección. El colegial que tiene más influencia sobre su espíritu es su compañero de cuarto. Es hijo de un labriego saboyano y se llama Pedro de Fèvre: joven discreto, modesto, estudioso, incapaz de ejercer otra influencia que la del ejemplo. Sin la compañía de este estudiante, aquellos años, que Francisco llamaba de su libertinaje, hubieran sido peores. A los veinticinco años, ya maestro en teología, empieza a enseñar a su vez, y en su celda de Santa Bárbara viene a introducirse un nuevo huésped. Es aquel estudiante casi cuadragenario, de mediana estatura y de espaciosa frente, que cojea un poco de la pierna derecha: es Ignacio. El de Javier le mira con desconfianza y también con un poco de desdén, pero no puede menos de sentir su autoridad. Aquel hombre con apariencias de pordiosero es un propagandista formidable. Le Fèvre se rinde rápidamente; será el P. Fabro. Francisco deja su tono burlón del principio, empieza a conmoverse, a comprender, pero sigue resistiendo. «Es una de las masas más duras que el fundador ha tenido en sus manos.» Ignacio no se desalienta: camina paso a paso, seguro del triunfo. Sabe que la gloria mundana posee por completo el corazón de su amigo, y se esfuerza por satisfacer aquellas ambiciones juveniles. Recluta oyentes, favorece la carrera del joven profesor, contribuye a sus triunfos; pero en el momento en que Francisco parece más satisfecho, le dice al oído: «¿De qué le sirve al hombre ganar el mundo entero, si pierde su alma?» Y Javier se dio cuenta de que aquel desharrapado era un sabio más grande que él y un señor más noble. Después de cuatro años de resistencia, se había convertido en un iñiguista fervoroso.
Viene después la emocionante escena de Montmartre (1534), que es el acta de nacimiento de la Compañía, y tras ella, aquel caminar por las rutas de Francia, de Suiza y de Italia curando por los hospitales, adoctrinando a los niños en las calles, enseñando, predicando, mendigando y matando los humos del hidalgo con las burlas y las humillaciones. Días de heroísmo y de profunda alegría interior como aquel en que el antiguo profesor, horrorizado al ver las úlceras de un apestado, vence su asco sorbiendo un chorro de pus. Y sueña ya con aventuras heroicas en tierras de paganos: en los esclavos etíopes que ha visto en Venecia, entrevé el áfrica y las Indias; una noche cree que camina con un indio a la espalda, y se despierta gritando: «Más, más.»
Sus anhelos van a realizarse. A petición del rey de Portugal, dos jesuitas van a salir para el Oriente lejano. Francisco está triste porque el fundador de la Compañía no se ha fijado en él; pero he aquí que uno de los designados cae enfermo; es preciso reemplazarle, y ahora el nombramiento recae en el antiguo profesor de París. En veinticuatro horas, Francisco hace sus preparativos: lleva una sotana, un crucifijo, un breviario y un catecismo. Acompañando al embajador de Portugal en Roma, se dirige a la corte portuguesa por su tierra española. Desde Roncesvalles envía el último adiós al castillo de su infancia, pero no puede ir a abrazar a los suyos. En Lisboa predica y confiesa, mientras se prepara la Armada. A su paso, empiezan a brotar los prodigios. Junto a la iglesia de Belén acaba de celebrarse un duelo; uno de los contendientes yace envuelto en su propia sangre y Francisco le ayuda a bien morir. Le pregunta si perdona a su adversario, y él hace con la cabeza un movimiento negativo.
—¿Y no perdonarías—pregunta el misionero—si Dios te conservase la vida?
—En ese caso sí—murmura el moribundo.
—Bueno, pues vivirás.
El 7 de abril de 1541, con el nombramiento de vicario apostólico de la India, salió Francisco de Lisboa con rumbo a lo desconocido. Aquel mismo día, treinta y seis años antes, se había abierto para él la interrogación de la vida. Trece meses de navegación. Cabo de Buena Esperanza, Mozambique. Etiopía, Socotora, Goa... Fiebres, fatigas, disgustos. «¡Oh Aquel Santiago!», decía más tarde, aludiendo a la carraca en que había hecho la travesía. Pero ya está en la capital de la India portuguesa, una pequeña Lisboa, con más especias, más oro, más mezcla de razas, más corrupción, más libertinaje y más miseria. Pernocta en el hospital, administra los sacramentos, catequiza a los niños, cuida y dice la misa a los leprosos, confiesa a los prisioneros, instruye al pueblo, busca a los pecadores; interroga a los transeúntes; habla con los marinos, los soldados, los domésticos y los esclavos. En aquella tierra de castas no hay paria cuya presencia le repugne; no hay hombre menos brahma que él; no hay camino que le detenga en su persecución de las almas. Se sienta en la mesa de los jugadores, y juega contra el diablo. Mendiga de puerta en puerta para los enfermos, se hace invitar a comer por gentes de conducta escandalosa, y con una ingenuidad despiadada prolonga la conversación, pregunta por el ama de la casa, por las demás mujeres, que seguramente, dice con suavidad, serán hermanas del huésped; por los niños, por los servidores; todo, para dejar caer unas palabras saludables sobre una conciencia dormida. Una noche la cena se prolonga, se hace tarde; Francisco ya no puede salir y le preparan una habitación. Entra en ella y pide que le traigan una de las mujeres que sirven al amo de la casa. La puerta se cierra, pero detrás de ella hay veinte orejas que escuchan: Francisco ha sacado una disciplina, y, entregando otra a la pobre mujer, empieza a flagelarse.
A los cinco meses se aleja de Goa sin más bagaje que un quitasol y un poco de cuero para remendar sus sandalias. Bordea la costa occidental de la India, divisa las lagunas del Malabar, donde se asienta Calicut, cerrada a los europeos; pasa delante de Cochín y Travancore y desembarca en el lago de Comorín. Allí, en la costa de la Pesquería, entre los indios paraveres, va a establecer sus primeras misiones. Dos años de vida dura, en un suelo implacable, entre gentes astutas, cobardes, vanidosas y que difícilmente dicen la verdad, bajo los rayos de un sol abrasador, y sin otro consuelo que la compañía de Dios. Camina a pie por mares de arena, come arroz, que él mismo condimenta con pimienta, y los días de gala, un pez y un poco de leche agridulce; pernocta en miserables chozas con los ratones, los murciélagos y las serpientes; duerme dos horas, comido por los mosquitos y sobresaltado por los aullidos de las panteras. Pero su mayor sufrimiento es no poder hablar con los indios. Aquel amor de las almas que abrasaba su pecho no encontraba palabras para dirigirse a las gentes a quienes tiende sus brazos. «La lengua de este país—escribe—es el malabar; la mía—añade con melancólica ironía— es el vasco.» Va en busca de algunos indígenas que saben algo de portugués, y con muchas dificultades e inexactitudes traduce al malabar los artículos de la fe y algunas oraciones. Con este bagaje lingüístico empieza sus conquistas. Recorre las aldeas de pescadores, llama a sus catecúmenos agitando una esquila, y se esfuerza por enseñarles la doctrina cristiana con discursos aprendidos de memoria o sirviéndose de un intérprete. A veces los sonidos se enredan en sus labios, el sudor corre por su frente, su corazón es una prisión dolorosa en que se agitan pensamientos mudos. Sin embargo, sus oyentes escuchan con curiosidad, aprenden con amor, le proponen toda suerte de cuestiones, piden el bautismo y le traen sus enfermos para que los cure. Una mirada suya libra de una fiebre; una caricia de su mano cura aquellas gentes de la mordedura de una cobra. Sin embargo, nunca en sus cartas alude a estos dones de taumaturgo; al contrario, los niega con tal viveza, que nos da claramente a entender su realidad, porque el verdadero taumaturgo es el primero en extrañarse de los prodigios que Dios obra por él.
El número de las conversiones aumentaba sin cesar. Hubo semanas en que bautizó más de diez mil personas. Pero todos eran sudras o parias. La casta superior se cerraba herméticamente a sus predicaciones. Los brahmas le escuchaban benévolamente, pero con un dejo de ironía en los labios; después le daban buenas palabras, le decían, acaso, que tenía razón, pero jamás daban el paso definitivo. Además, algo impaciente, Francisco sueña con reinos convertidos en un abrir y cerrar de ojos. Oye que un rey de Ceilán parece dispuesto a bautizarse y hacerse amigo de los portugueses, y esta noticia, le hace volver a Goa. Trabaja algún tiempo ardorosamente en aquella empresa, hasta que se da cuenta de que indios y europeos no buscan más que sus propios egoísmos. Ha sido juguete de unos y otros, pero lo que más le duele es la actitud de los cristianos ante sus proyectos gigantescos de conquistas religiosas. No comprenderíamos lo trágico de la vida interior del apóstol si olvidásemos que las mayores pruebas le vinieron de los hombres de su raza y de su fe. «Estoy tan cansado de vivir—escribe por este tiempo—, que morir por nuestra religión sería mi mayor alegría.»
En su segunda expedición empieza evangelizando el reino de Travancore, bajo la protección del mismo rajá. Va de ciudad en ciudad; a través de las calles, el tambor del príncipe le precede. AI mes contaba los neófitos por miliares; pesca milagrosa, pero de peces chicos, de trabajadores y soldados, aunque no por eso deja de ser esta evangelización una de las páginas más sorprendentes de la historia de las misiones. Es el fruto de su amor, de su abnegación, de su penitencia: «En este país de infieles—escribe, pidiendo misioneros—, la ciencia no es necesaria.» Ciertamente, no era tan necesaria como aquel celo apostólico que le consumía. Nuevos misioneros vienen de Lisboa, traen para Francisco el nombramiento de provincial de la nueva provincia que San Ignacio acaba de establecer en la India; pero su ardor infatigable le empuja sin cesar en busca de regiones nuevas. Le atrae la tierra de Meliapur, entre el cabo de Comorín y el de Bengala, porque allí, según se dice, descansan los restos del Apóstol Santo Tomás; y allí trabaja durante tres meses en una factoría portuguesa. Un buen clérigo. Gaspar Coello, le hospeda en su casa, y durante la cena Francisco le entretiene recordando sus días de estudiante en la Sorbona. Después, el misionero se retira a un jardín cercano para entregarse a sus oraciones y maceraciones. «Maestro Francisco—le dice el clérigo- al darse cuenta de estas nocturnas salidas—, no vayáis solo a ese sitio; es un nido de demonios y pudierais salir malparado.» Francisco sonríe, y para tranquilizar a su huésped se hace acompañar de un indígena, a quien deja a poca distancia del reducto. Una noche el malabar se despierta al oír una voz que dice: «¡Oh María, socórreme!»; y a la voz seguía una lluvia de golpes. Como los golpes no caían sobre él, el indio se volvió a dormir, pero al día siguiente contó el caso al clérigo. No había duda, todos los diablos de la India habían caído sobre el apóstol, pensaba el buen Coello; pero los diablos huían aterrados por los golpes de la disciplina.
En 1545 viaja hasta Malaca. Nuevos trabajos entre europeos, narcotizados por las delicias del Oriente; vida de hospital, enseñanza a los niños, predicación a los grandes, andanzas entre soldados, comerciantes y marinos, sonriendo, dejando caer la palabra buena, legitimando uniones pecaminosas, dando luz al que se va hacia las tinieblas de la muerte, imponiendo las manos al enfermo, enjugando la saliva de los labios del poseso, actuando de taumaturgo y de profeta. Luego, tres años de vida errante por el archipiélago malasio: Tidor. Térnate, aguas de Java y Sumatra, tierras de Amboino, de Macassar y de la isla del Moro. Tempestades furiosas, sombras de naufragios, terrores de cocodrilos y de bestias salvajes. Entonces se ve con cuánto amor ama aquel hombre la vida. Sus ojos, húmedos de una eterna compasión, brillantes de una eterna esperanza, se fijan implorantes en el Cielo y en el mar. Cada minuta de su vida es para él como una moneda de oro para el jugador. No duerme, espía el alba en el seno mismo de la noche; y, ya en tierra, busca al isleño en el fondo de su choza infecta. También ahora la gracia fecundaba sus esfuerzos. En Ternate, la alabanza de Dios estaba constantemente en los labios de todos: los jóvenes en las calles, las mujeres en las casas, los trabajadores en los campos, los pescadores en las barcas, todos cantaban cánticos piadosos. Pero en el Moluco había también moros y salvajes. Los moros eran imposibles de convertir; los salvajes huían del misionero o salían a su encuentro armados de lanzas; las tierras parecían hechas para arredrar al extranjero; islas volcánicas, calcinadas del sur, sin pan, ni vino, ni rebaños, ni agua potable, «pero fecundas en consolaciones espirituales—dice Francisco—, hasta perder los ojos a fuerza de derramar lágrimas de alegría.»
Al terminar esta expedición, sucede el encuentro con un japonés que venía buscándole desde su isla lejana. Francisco le instruye y le bautiza, admirado de su penetración y de la bondad de su alma. El horizonte de sus anhelos se amplía. Aquella tierra que aún no conoce, ocupa ya la mejor parte en su corazón. Amó a la India por voluntad, al Japón por instinto. Va a ir al Japón con toda la ilusión de su alma, después de poner en la preparación del viaje una nerviosidad y una solicitud desacostumbradas. Antes de salir de Goa, escribe para sus colaboradores unas normas de conducta que aun hoy forman el manual del misionero. Insiste sobre la alegría que debe reflejar el rostro del sacerdote, sobre su dulzura, su modestia y ausencia de toda afectación; pero a continuación deja escapar esta sentencia: «Conversa como si tus amigos de hoy pudiesen ser tus enemigos de mañana.» Hay clarividencia y calor en estas instrucciones; pero las falta un orden riguroso. Francisco era admirado y venerado; pero tal vez algunos querían ver en él un director más que un eterno excitador de energía.
Pero si Ignacio era el organizador, él era el apóstol. Lo iba a probar una vez más en aquella nueva expedición. El 25 de abril de 1549 salió de Goa; el último día de mayo estaba en Malaca. Parecía triste, con esa tristeza que invade a veces a los hombres más enérgicos cuando van a hacer el último esfuerzo que les exige su ideal. Allá en Occidente se interpreta mal su humor aventurero; le acusan de tentar a Dios, y el mismo Ignacio se inquieta de sus largas ausencias. No obstante, lo que le empuja es su amor a las almas. Se embarca en un junco chino, que lleva en la proa un ídolo panzudo, y que después de largas incertidumbres le deja en la gran isla de Kyushu. Le acompañan tres jesuitas y Yaguiro, su primer neófito japonés. Su figura se agiganta desde el momento en que pisa tierra japonesa. Su odisea a través del gran Imperio es de lo más emocionante que recuerda el heroísmo cristiano. Funda las iglesias de Kagoshima, de Hirado, de Yamaguchi. Los daimios, los duques, como éI dice, le reciben amablemente, adivinando el gran señor bajo las apariencias del mendigo; pero él arde en deseos de ver al mismo, emperador, de convencerle, y se pone en marcha hacia la capital. Camina a pie, sobre la nieve, «sin levantar los ojos, sin mirar a la derecha ni a la izquierda, con los brazos inmóviles, mostrando con esta modestia que iba en la presencia de Dios». Sin embargo, al entrar en Kioto le dominaba una alegría tal, que saltaba alborozado, tirando al aire una manzana y volviéndola a coger, como si fuese una pelota vasca. No tardaron en deshojarse todas sus ilusiones. Después de errar once días en torno del palacio, se dio cuenta de dos cosas: que, sin llevar ricos presentes, era imposible ver al emperador, y que el Hijo del Sol era el más pobre de los grandes señores del Imperio. Inmediatamente dejó la gran ciudad y se volvió a Yamaguchi, cuyo daimio era uno de los más poderosos personajes de aquel Imperio feudal. Había empezado a conocer el alma japonesa. Sus austeridades, su vestido grosero, habían hecho brotar muchas veces a su paso esta reflexión: «Muy baja debe ser la condición de este pobre diablo en su tierra, para venir aquí a ser el hazmerreír de la gente.» El que antes había despreciado todos los medios humanos, recordó ahora que en el bolso tenía el nombramiento de embajador del rey de Portugal y en el equipaje los regalos correspondientes: un reloj de ruedas, un clave, un arcabuz, espejos, lentes y brocados. El gran bonzo cristiano apareció convertido en un gran dignatario, y este paso fue más provechoso que un año de predicaciones. El daimio, encantado de los regalos, correspondió con una gran cantidad de oro, que Francisco no quiso aceptar; muchos miembros de la nobleza pidieron el bautismo, y el pueblo, que antes se reía del misionero, ahora le escuchaba con respeto, y las conversiones eran numerosas. Francisco y sus compañeros se colocaban en las encrucijadas de las calles, pronunciaban en japonés los discursos que habían aprendido de memoria, y cuando alguno quería nociones más precisas, le invitaba a ir a su casa. Los días y las noches se le pasaban catequizando, bautizando y discutiendo: discutiendo sobre todo, con los bonzos, que no han tardado en descubrir su gran enemigo en aquel extranjero que denuncia ásperamente los vicios nefandos de sus boncerías y hace disminuir las ofrendas de los devotos de Buda.
Con frecuencia, el apóstol se encontraba con una extraña objeción: si el cristianismo es verdadero, los chinos hubieran debido conocerlo. Para un japonés, China era la maestra de la verdad. ¿Por qué no evangelizar antes el gran Imperio occidental?, se pregunta Francisco, sintiendo renacer las esperanzas en su corazón. Antes, en su sentir, era el Japón el mejor de los pueblos descubiertos; pero lleva dos años misionando en sus provincias y apenas ha convertido dos mil personas. Su cabeza blanquea, la fiebre le consume; pero debe hacer la experiencia de China.
Una vez más vieron en Goa aquella bella figura de ancha frente, de negros ojos hundidos, cada vez más espiritualizada. Espiábanle para sorprender sus éxtasis, para recoger sus palabras, para observarle en el jardín, abierta la sotana, oreando con el soplo de la brisa y la luz de las estrellas su pecho abrasado de amor. Desde el mes de abril de 1552 ya no se le volvió a ver; mejor dicho, volviese a ver un año más tarde aquel cuerpo incorrupto, pero el alma había volado. Había llegado a la rada de San Choan; en la puerta misma de China; pero el Celeste Imperio estaba cerrado a los europeos bajo pena de muerte. No obstante, Francisco espera que algún navío le dejará en las cercanías de Cantón. Esperanza vana: las embarcaciones pasan sin hacer caso de sus ruegos, y el buscador infatigable de almas agoniza triste sobre la arena inhospitalaria, acompañado de un solo portugués. Ignacio se había decidido a llevarle a Europa, pero Dios se anticipaba a recogerle en el Cielo. Aquella ambición de verlo todo y de hacerlo todo se armonizaba poco con el genio del fundador; pero el provincial debía eclipsarse ante el más grande apóstol de los tiempos modernos. Tal vez se diga que no fue un organizador, pero las obras por él fundadas duraron siglos, y el combate espiritual que inauguró, sigue todavía.
聖フランシスコ・ザビエル
フランシスコ・デ・ザビエル(スペイン語:Francisco de Xavier またはFrancisco de Gassu y Javier, 1506年頃4月7日 - 1552年12月3日)は、スペイン・ナバーラ生まれのカトリック教会の司祭、宣教師。イエズス会の創設メンバーの1人。
ポルトガル王ジョアン3世の依頼でインドのゴアに派遣され、その後1549年に日本に初めてキリスト教を伝えたことで特に有名である。また、日本やインドなどで宣教を行い、聖パウロを超えるほど多くの人々をキリスト教信仰に導いたといわれている。カトリック教会の聖人で、記念日は12月3日。
フランシスコ・ザビエル | |
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![]() フランシスコ・ザビエル肖像(詳細は下記参照) | |
東洋の使徒 | |
生誕 | 1506年4月7日 スペイン・ナバーラ |
死没 | 1552年12月3日 中国広東省上川島 |
崇敬する教派 | カトリック教会、聖公会、ルーテル教会 |
列福日 | 1619年10月25日 |
列福場所 | ローマ |
列福決定者 | パウルス5世 |
列聖日 | 1622年3月12日 |
列聖場所 | ローマ |
列聖決定者 | グレゴリウス15世 |
記念日 | 12月3日 |
名前について [編集]
ザビエルはバスク語で「新しい家」の意味であるEtxebarria(家 (etxe) + 新しい (barria))のイベロ・ロマンス風訛りで、彼の生家である城(ナバラ王国・現ナバラ州、バスク語ではナファロア王国)の名でもあった。ChavierやXabierreなどとも綴られることもあるが、Xavierはポルトガル語で発音はシャヴィエル。当時のカスティーリャ語でも同じ綴りで発音はシャビエルであったと推定される[1][2]。現代スペイン語ではハビエル Javier。ただし、彼はバスク語及びナバラ語のバイリンガルだったと推定される。
かつて日本のカトリック教会では慣用的に「ザベリオ」(イタリア語読みから。サヴェーリョがより近い)という呼び名を用いていた(例:下記「聖ザベリョ宣教会」、「ザベリョ学院」)。その他日本では「サビエル」も用いられる(例:下記「山口サビエル記念聖堂」)[3]。
生涯 [編集]
青年期まで [編集]


1506年頃4月7日生まれのザビエルは、現在のスペインのナバラ地方、パンプローナに近いザビエル城で地方貴族の家に育った。彼は5人姉弟(兄2人、姉2人)の末っ子で、父はドン・フアン・デ・ヤス、母はドーニャ・マリア・デ・アスピルクエタという名前であった。父はナバラ王フアン3世(フランス貴族アルブレ家の出である)の信頼厚い家臣として宰相を務め、フランシスコが誕生した頃、すでに60歳を過ぎていた。ナバラ王国は小国ながらも独立を保ってきたが、フランスとスペイン(カスティーリャ=アラゴン)の紛争地になり、1515年についにスペインに併合される。父フアンはこの激動の中で世を去った。その後、ザビエルの一族はバスク人とスペイン、フランスの間での複雑な争いに翻弄されることになる。
1525年、19歳で名門パリ大学に留学。聖バルバラ学院に入り、そこで自由学芸を修め、哲学を学んでいるときに同室になったのがフランス出身の若きピエール・ファーヴルであった。そこに同じバスクから来た37歳の転校生イニゴ(イグナチオ・デ・ロヨラ)も加わる。イニゴはパンプローナの戦いで片足の自由を失い傷痍軍人として故郷のロヨラ城で療養の後、スペインのアルカラの大学を経てパリ大学モンテーギュ学院で学んでいた。1529年、ザビエルの母が死亡。その4年後、ガンディアの女子修道院長だった姉も亡くなる。この時期ザビエルは哲学コースの最後の課程に入っていたが、イグナチオから強い影響を受け、聖職者を志すことになる。イグナチオの感化を受けた青年たちが集まり、1534年8月15日、イグナチオ、ザビエル、ファーブルとシモン・ロドリゲス、ディエゴ・ライネス、ニコラス・ボバディリャ、アルフォンソ・サルメロンの7人が、モンマルトルの聖堂において神に生涯を捧げるという誓いを立てた。これが「モンマルトルの誓い」である。この時のミサは、唯一司祭の資格を持っていたファーブルが執り行った。一同は教皇パウルス3世の知遇を得て、叙階許可を与えられたので、1537年6月、ヴェネツィアの教会でビンセンテ・ニグサンティ司教によって、ザビエルもイグナチオらと共に司祭に叙階された。彼らはエルサレム巡礼の誓いを立てていたが、国際情勢の悪化で果たせなかったのだ。
東洋への出発 [編集]

![]() リスボン(1572年の図) | ![]() ゴアの古地図(18世紀の作) | ![]() ゴア、ボン・ジェズス教会外観 | ![]() マラッカの港と要塞(オランダ統治時代の1726年の図) |
当初より世界宣教をテーマにしていたイエズス会は、ポルトガル王ジョアン3世の依頼で、会員を当時ポルトガル領だったインド西海岸のゴアに派遣することになった。ザビエルはシモン・ロドリゲスと共にポルトガル経由でインドに発つ予定であったが、ロドリゲスがリスボンで引き止められたため、彼は他の3名のイエズス会員(ミセル・パウロ、フランシスコ・マンシリアス、ディエゴ・フェルナンデス)と共に1541年4月にリスボンを出発した。8月にアフリカのモザンビークに到着、秋と冬を過して1542年2月に出発、5月6日ゴアに到着。そこを拠点にインド各地で宣教し、1545年9月マラッカに、さらに1546年1月にはモルッカに赴き宣教活動を続け、多くの人々をキリスト教に導いた。マラッカに戻り、1547年12月に出会ったのが鹿児島出身のヤジロウ(アンジロー)という日本人であった。
日本へ [編集]
1548年(天文11年)11月にインドのゴアで宣教監督となったザビエルは、翌1549年4月15日、イエズス会員コスメ・デ・トーレス神父、フアン・フェルナンデス修道士、マヌエルという中国人、アマドールというインド人、ゴアで洗礼を受けたばかりのヤジロウ(アンジロウとの説もある)ら3人の日本人と共にジャンク船でゴアを出発、日本を目指した。
一行は明の上川島(広東省江門市台山/Shangchuan Island)を経由し、1549年(天文18年)8月15日、ヤジロウの案内で室町時代の薩摩(現在の鹿児島市祇園之洲町)に来着した(この日はカトリックの聖母被昇天の祝日にあたるため、ザビエルは日本を聖母マリアに捧げた)。
1549年(天文18年)9月には、伊集院城(一宇治城/現鹿児島県日置市伊集院町大田)で薩摩の守護大名・島津貴久に謁見、宣教の許可を得た[4]。ザビエルは薩摩での布教中、福昌寺の住職で友人の忍室(にんじつ)と好んで宗教論争を行ったとされる。後に日本人初のヨーロッパ留学生となる鹿児島のベルナルドなどにもこの時に出会う。
しかし、貴久が仏僧の助言を聞き入れ禁教に傾いたため、「京にのぼる」ことを理由に薩摩を去った(仏僧とザビエル一行の対立を気遣った貴久のはからいとの説もある)。
1550年(天文19年)8月、ザビエル一行は肥前平戸(長崎)に入り、宣教活動を行った。同年10月下旬には、信徒の世話をトーレス神父に託し、鹿児島のベルナルド、フェルナンデス修道士と共に京を目指し平戸を出立。博多に滞在の後、11月上旬に周防(山口)に入り、無許可で宣教活動を行う。周防の守護大名・大内義隆にも謁見するが、男色を罪とするキリスト教の教えが大内の怒りをかい、同年12月17日に周防を立つ。岩国から海路に切り替え、堺に上陸。豪商の日比屋了珪の知遇を得る。
失意の京滞在 山口での宣教 [編集]
1551年(天文20年)1月、日比屋了珪の支援により、一行は念願の京に到着。了珪の紹介で小西隆佐の歓待を受けた。
ザビエルは、全国での宣教の許可を『日本国王』から得るため、インド総督とゴアの司教の親書とともに後奈良天皇および足利義輝への拝謁を請願。しかし、献上の品がなかったためかなわなかった。また、比叡山延暦寺の僧侶たちとの論戦も試みるが、拒まれた。これらの失敗は戦乱による足利幕府の権威失墜も背景にあると見られ、当時の御所や京の町はかなり荒廃していたとの記録もある。
京での滞在をあきらめたザビエルは、滞在わずか11日(約1カ月との説もある)で失意のうちに京を去った。周防(山口)を経て、1551年(天文21年)3月、平戸に戻る。
ザビエルは、平戸に置き残していた献上の品々を携え、三度周防(山口)に入った。1551年(天文21年)4月下旬、大内義隆に再謁見。それまでの経験から、貴人との会見時には外観が重視されることを知っていたザビエルは、一行を美服で装い、珍しい文物を義隆に献上した。献上品は、天皇に捧呈しようと用意していたインド総督とゴアの司教の親書の他、望遠鏡、洋琴、置時計、ギヤマンの水差し、鏡、眼鏡、書籍、絵画、小銃などがあったとされる。
これらの品々に喜んだ義隆はザビエルに宣教を許可し、信仰の自由を認めた。また、当時すでに廃寺となっていた大道寺をザビエル一行の住居兼教会として与えた(後に日本最初のカトリック教会となる)。ザビエルはこの大道寺で一日に二度の説教を行い、約2カ月間の宣教で獲得した信徒数は約500人にものぼった。
また、周防(山口)での宣教中、ザビエルたちの話を座り込んで熱心に聴く盲目の琵琶法師がいた。彼はキリスト教の教えに感動してザビエルに従い、後にイエズス会の強力な宣教師となるロレンソ了斎となった。
豊後での宣教 [編集]
ザビエルは、豊後府内(大分)にポルトガル船が来着したとの話を聞きつけ、周防(山口)での宣教をトーレス神父に託し、自らは豊後へ赴いた(この時点での信徒数は約600人を超えていたといわれる)。
1551年(天文21年)9月、ザビエルは豊後に到着。守護大名・大友義鎮(後の宗麟)に迎えられ、宗麟の保護を受けて宣教を行った。
再びインドへ [編集]


日本滞在が2年を過ぎ、ザビエルはインドからの情報がないことを気にしていた。そして一端インドに戻ることを決意。11月15日、日本人青年4人(鹿児島のベルナルド、マテオ、ジュアン、アントニオ)を選んで同行させ、トーレス神父とフェルナンデス修道士らを残して出帆。種子島、中国の上川島を経てインドのゴアを目指した。
1552年2月15日、ゴアに到着すると、ザビエルはベルナルドとマテオを司祭の養成学校である聖パウロ学院に入学させた。マテオはゴアで病死するが、ベルナルドは学問を修めてヨーロッパに渡った最初の日本人となった。
ザビエルの最後 [編集]
1552年4月、ザビエルは、日本全土での布教のためには日本文化に大きな影響を与えている中国での宣教が不可欠と考え、バルタザル・ガーゴ神父を自分の代わりに日本へ派遣。ザビエル自らは中国を目指し、同年9月、ポルトガル船の停泊地である広東付近の上川島に到着した。しかし中国への入境は思いようにいかず、体力も衰え、精神心的にも消耗していたザビエルは病を発症。12月3日[5]、上川島でこの世を去った。46歳であった。
遺骸は石灰を詰めて納棺し海岸に埋葬した。1553年2月マラッカに移送。さらにゴアに移され、1554年3月16日から3日間、聖パウロ聖堂にて棺から出され一般に拝観が許された。そのとき参観者の1人の婦人が右足の指2個を噛み切って逃走した。2個の足の指は、彼女の死後聖堂に返され、さらに1902年そのうちの1個がザビエル城に移された[6]。遺骸は現在ボン・ジェズ教会に安置されているが、右腕下膊は1614年ローマのイエズス会総長の命令で、セバスティアン・ゴンザーレスにより切断され、ローマ・ジェズ教会に安置されている。この右腕は1949年(ザビエル来朝400年記念)及び1999年(同450年記念)のおりに日本へ運ばれ、腕型の箱に入れられたまま展示された。なお右腕上膊はマカオに、耳・毛はリスボンに、歯はポルトに、胸骨の一部は東京になどと分散して保存されている。
ザビエルは1619年10月25日教皇パウルス5世によって列福され、1622年3月12日盟友イグナチオ・ロヨラと共に教皇グレゴリウス15世によって列聖された。ザビエルはカトリック教会によってオーストラリア、ボルネオ、中国、東インド諸島、ゴア、日本、ニュージーランドの守護聖人とされている。
ザビエルと日本人 [編集]
ザビエルは日本人の資質を高く評価し、「今まで出会った異教徒の中でもっとも優れた国民」であるとみた。特に名誉心、貧困を恥としないことを褒め、優れたキリスト教徒になりうる資質が十分ある人々であるとみていた。これは当時のヨーロッパ人の日本観から考えると驚くべき高評価である。同時にザビエルが驚いたことの一つは、キリスト教において重い罪とされていた男色(同性愛)が日本において公然と行われていたことであった。
布教は困難をきわめた。初期には通訳を務めたヤジロウのキリスト教知識のなさから、キリスト教の神を「大日」と訳して「大日を信じなさい」と説いたため、仏教の一派と勘違いされ、僧侶に歓待されたこともあった。ザビエルは誤りに気づくと「大日」の語をやめ、「デウス」というラテン語をそのまま用いるようになった。以後、キリシタンの間でキリスト教の神は「デウス」と呼ばれることになる。
ザビエルの名を戴くカトリック教会・団体 [編集]
日本国内の教会 [編集]

日本国内にはザビエルの名を冠する教会が35ある。そのうち、以下の教会にはザビエルの遺骨が安置されている。
- 神田教会[7]
- 山口サビエル記念聖堂[8]
- 鹿児島カテドラル ザビエル教会[9]
また、東京カテドラル聖マリア大聖堂には、ザビエルの胸像型の聖遺物容器が展示されている。
日本国内の団体 [編集]
- 聖ザベリオ宣教会
- ザベリオ学園(無原罪聖母宣教女会)
- 郡山ザベリオ学園[10]
- 会津若松ザベリオ学園[11]
- サビエル高等学校(山口県山陽小野田市)
日本国外の教会 [編集]
- スペイン
- サン・フランシスコ・ハビエル教会(カセレス)(es:Iglesia_de_San_Francisco_Javier_(Cáceres))
- サン・フランシスコ・ハビエル教会(マドリード州ピント)(es:Iglesia de San Francisco Javier)
- フランス
- サン・フランソワ・ザヴィエ教会(パリ) - 教会の前に同名の地下鉄の駅がある。
- フィリピン
- 聖フランシスコ・ザビエル教会(バタンガス州Nasugbu)
- 中国
- 董家渡聖フランシスコ・ザビエル教会(上海市黄浦区)- 文化大革命中に閉鎖、破損したが、2000年に修復が完了、再開した。
- アメリカ
- 聖フランシスコ・ザビエル教会(アイオワ州ダイアーズビル)(en:Basilica_of_St._Francis_Xavier)
- サン・ハビエル・デル・バック伝道所(アリゾナ州ツーソン近郊)(en:Mission San Xavier del Bac) - 1699年にキノ神父によって設立[12]。
ザビエルゆかりの聖堂(日本国外) [編集]
- ザビエル城付属聖堂(スペイン・ナバーラ州) - ザビエルの出身地。※「ザビエル」は彼以前からの地名(上記「人名について」参照)。
- ボン・ジェズ教会(インド・ゴア) - ザビエルの遺体が安置されている[13]。
- ジェズ教会(イタリア・ローマ) - ザビエルの遺体の一部が安置されている。
ザビエルの銅像・記念碑ゆかりのもの等 [編集]
『フランシスコ・ザビエル肖像』(重要文化財) [編集]
彼の列聖(1622年)以降に日本で作成されたと推定される。作者は不明で、落款の壷印(狩野派を示す)と「漁夫」(ペテロを示す)の署名から狩野派の絵師ペテロ狩野(狩野源助)とする説があるが確証はない。大阪府茨木市の隠れキリシタンであった家で1919年に発見された。現在神戸市立博物館蔵。⇒神戸市立博物館の紹介ページ
肖像画ではザビエルはトンスラであるが、実はザビエルの死後70~80年くらいに日本人が本人を見ないで描いたもので、ザビエルの会派(イエズス会)にはトンスラの慣習がなかったので、トンスラではない説のほうが有力とされている。

その他日本国内 [編集]
※府県の配列はザビエルの来訪順。 △…所在自治体にザビエル自身は訪れていない
鹿児島県 [編集]
- ザビエル来鹿記念碑[14](鹿児島市) - 元は記念教会だったが太平洋戦争中に空襲で焼失。1949年、ザビエル来航400年を記念して教会の廃材を使用し設置。奥にはザビエルの胸像がある。市電「高見馬場」または「天文館通」電停下車。
- 記念碑の立つ「ザビエル公園」内にはザビエル、ヤジロウ、ベルナルドの銅像もあり(ザビエル来航450周年を記念して1999年設置)、また「鹿児島カテドラル・ザビエル教会」も公園に隣接している。同教会内には『臨終の聖フランシスコ=ザビエル』、『聖ザビエル日本布教図』(日本画、1949年長谷川路可作)がある。
- ザビエル上陸記念碑(鹿児島市) - ザビエル一行が薩摩国祇園之洲あたりに上陸したことを記念して、鹿児島市祇園之洲公園に1978年に設置。かつてこの公園(新祇園之洲)は浅瀬の干潟で1970年代の埋め立てによって作られた土地。実際の上陸地は旧祇園之洲よりもさらに内陸の、稲荷川河口付近であったと考えられる。市バス「祇園之洲公園」バス停下車。
- ザビエル会見記念碑(日置市) - 1949年、ザビエル来航400年を記念して、ザビエル一行が島津貴久に謁見したとされる伊集院一宇治城跡に設置。JR伊集院駅下車、または鹿児島市から車で約30分[15]。
長崎県 [編集]
- ザビエル来航記念碑(平戸市大久保町「崎方公園」内) - 1949年、ザビエル来日400年を記念して建立(ザビエルの平戸訪問は50年)。
- ザビエル記念像(平戸市鏡川町) - ザビエルの平戸来航を記念して、カトリック平戸教会(1931年建立)前に1971年建立。同教会が「聖フランシスコ・ザビエル記念教会」の通称で呼ばれるようになるのはこの記念像の建立以降であり、本来の名称は「大天使聖ミカエル」である。
- △日本二十六聖人記念館(長崎市) - 『ザヴィエル像』(フレスコ、1966年長谷川路可作)
山口県 [編集]
- 聖サビエル記念公園(山口市) - 日本最初の教会跡地にある記念公園。サビエル記念碑も設置されている。また、毎年12月には日本のクリスマスは山口からフェスタが開催されている(1997年スタート)。JR上山口駅または日赤口バス停で下車。
- 「聖フランシスコ・ザビエル下関上陸の地」の碑 - (下関市)唐戸市場そばにある。1550年11月頃にザビエルが下関に上陸したことを記念している。
大阪府 [編集]
- ザビエル公園(堺市堺区) - 堺の豪商日比屋了慶が邸宅の一部をザビエルに提供した。現在、その場所に彼の名前を冠した公園があり、園内には彼の功績を顕彰する碑が建てられている。
大分県 [編集]
- 聖フランシスコ・ザビエル像(大分市大手町) - ザビエルの来航を記念して遊歩公園内に建立。左手に十字架を持ち、右手を掲げたザビエルの像で、彫刻家佐藤忠良による1969年の作品である。背後には、世界地図のレリーフにザビエルのヨーロッパから日本にいたる航路を描き込んだモニュメントも設置されている。JR大分駅から徒歩約10分。
- △大分トラピスト修道院展示室(日出町南畑) - 2008年イエズス会ローマ本部より聖フランシスコ・ザビエル右腕の小片(皮膚)が寄贈された。展示室内に常時顕示されている。
![]() 鹿児島市のザビエル来鹿記念碑 | 鹿児島市のザビエル上陸記念碑 | ![]() 平戸市のザビエル来航記念碑(部分) | ![]() 下関市の聖フランシスコ・ザビエル下関上陸の地碑 |
![]() 大分市の聖フランシスコ・ザビエル像 |
日本国外 [編集]


- 日本聖殉教者教会(チヴィタヴェッキア、イタリア) - 『聖フランシスコ・ザビエル』(フレスコ天井画、1954年長谷川路可作)
- ウルバノ大学(ローマ) - 『聖ザヴェリオ』(フレスコ、1956年長谷川路可作)
- セントポール教会跡(マラッカ、マレーシア) - フランシスコ・ザビエル像が立つ
- フランシスコ・ザビエル教会(マラッカ、マレーシア) - 1849年にフランシスコ・ザビエルの功績を讃えて建てられたカトリック教会。
ザビエルの名を冠した商品等 [編集]
- 菓子業界(とくに九州)で、南蛮菓子をイメージして開発された菓子の商品名にザビエルの名が用いられる例がある。
- 「ざびえる」(大分県)
- 「ザビエルの誉」(熊本県・お菓子の香梅)[16]
- サビエルカンパーナ - 山口県山口市に本社を置く外食産業チェーン。社名は本社近くにある山口サビエル記念聖堂に由来。「カンパーナ」(西:campana)は「鐘」の意。
その他 [編集]
- ザビエルの兄ミゲルの子孫であるルイス・フォンテスは、日本に帰化して泉類治と名乗って神父として活動をしている。ルイスが日本でキリスト教徒でなくても教会で結婚式を挙げられるように広めたとされている。
参考文献 [編集]
一次史料 [編集]
- ザビエル自身による、またはザビエル存命中~死去直後の記録
- 村上直次郎訳、柳谷武夫編『イエズス会士日本通信』(上)雄松堂(新異国叢書)、1968年。
- シュールハンマー、ヴィッキ編、河野純徳訳『聖フランシスコ・ザビエル全書簡』平凡社、1985年。※1994年に同社の「東洋文庫」に所収(全4巻)。
- 松田毅一監訳『十六・七世紀イエズス会日本報告集』第III期第1巻(1549年 - 1561年)同朋舎、1997年。
- その他の記録
- ルイス・フロイス、松田毅一・川崎桃太訳『日本史』全12巻、中央公論社、1977年 - 1980年。※ザビエル関係の記事は主として「豊後編」I(6巻)に所収。
研究文献 [編集]
- 尾原悟 『ザビエル(Century Books ― 人と思想)』 清水書院 1998年 ISBN 438941156X
- 岸野久 『西洋人の日本発見 ザビエル来日前日本情報の研究』 吉川弘文館 1989年
- 岸野久 『ザビエルと日本 キリシタン開教期の研究』 吉川弘文館 1998年
- ザビエル渡来450周年記念委員会編 『「東洋の使徒」ザビエル』(I/II) 上智大学 1999年
- ザビエル生誕500年記念シンポジウム委員会編 『ザビエルの拓いた道 日本発見、司祭育成、そして魂の救い』 南方新社 2008年
- 沢本良秋 『切支丹巡礼の譜 山口・萩・津和野・紫福・地福・長門』 萩キリシタン遺跡保存会/防長出版 1976年
- 津山千恵 『フランシスコ・ザビエル 神をめぐる文化の衝突』 三一書房 1993年
- ピーター・ミルワード/松本たま訳 『ザビエルの見た日本』 講談社 1998年
- 吉田小五郎 『聖フランシスコ・シャヰ゛エル小傳』 大岡山書店 1932年
脚注 [編集]
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- ^ 神戸市立博物館藏のザビエル肖像(冒頭画像参照)には、「さんふらぬしすこさべりうすさからめんと(聖フランシスコ・ザビエルの秘蹟)」と書かれている。名はロマンス語読みに近いが、姓はラテン語読みに近い。[1]
- ^ 新井白石の『西洋紀聞』には、「むかし豊後国に、鬼怪ある家あり。ポルトガル人の来れるを、かしこに按置す。ポルトガル人、其壁上にクルスをかきしに、そのゝちは彼怪やみぬ。国司此事をきゝて、不思議の事におもへり。一年を経し後に、フランシスコシヤヒヱル来たりしかば、国司やがて、其法をうけしといふ。そのフランシスコシヤヒヱルといふは、ポルトカルの語也。ラテンの語に、フランシスクスサベィリウスといふ、これ也。」とある。新井白石著、宮崎道生校訂『西洋紀聞』(新訂版)平凡社(東洋文庫)、1968年、72頁。
- ^ 過去の標記としては他に「ザビエー」等がある。例:幸田成友著『聖フランシスコ・ザビエー小傳』(1941年刊)
- ^ 宣教師の記録では、ザビエルが島津貴久に謁見した場所は「鹿児島から5、6レグアの地」とのみ述べられ、地名は明記されていない。一宇治城であったという説が有力だが、他に清水城(現・鹿児島市)という説もある。[2]
- ^ 聖フランシスコ・ザビエルを守護聖人としている広島学院中学・高等学校は12月3日としているhttp://www.catholicschools.jp/schools/schools_data/schools_data_06ha/schools_hiroshima_gakuin.htm
- ^ 司馬遼太郎、『街道をゆく 南蛮のみち』~ザビエルの右手~など参照。
- ^ ザビエルのお部屋 カトリック神田教会のホームページ
- ^ 山口サビエル記念聖堂 山口カトリック教会
- ^ 鹿児島カテドラル・ザビエル教会
- ^ 郡山ザベリオ学園
- ^ 会津若松ザベリオ学園
- ^ San Xavier del Bac Mission
- ^ ゴアの聖堂と修道院 (日本語)
- ^ 碑文の「鹿」は「麑」。
- ^ 史跡.net-日置市伊集院町
- ^ ザビエルの誉 お菓子の香梅